El suelo como recurso.

Entre los años 50 y 80, dos empresas ubicadas en Bizkaia, Bilbao Chemicals (Barakaldo) y
Nexana (Erandio), se dedicaron a la producción de un compuesto denominado
hexaclorociclohexano (HCH) utilizado como pesticida.
El descubrimiento de que el poder pesticida se debía exclusivamente a uno de los isómeros, el
gamma conocido como lindado, condujo a que, en el proceso de fabricación, se produjeran
nueve partes de residuo, correspondiente mayoritariamente al resto de los isómeros, por cada
parte lindano.

Se estima que en el País Vasco se generaron alrededor de 100.000 Tm de residuo, lo que
derivó en un problema ambiental complejo y de difícil gestión. Estos residuos fueron
trasladados a diferentes vertederos o, en su caso, se enterraron en lugares cercanos a los
centros de producción, con la consiguiente afección ambiental.
Los primeros casos de contaminación de suelos por residuos de la producción de lindano se
detectaron a principios de los años 90. Este hallazgo puso de manifiesto que el suelo estaba
sufriendo las consecuencias de una larga actividad industrial en la que se había primado la
producción en detrimento del medio ambiente.

Para eliminar la afección ambiental generada por el vertido de residuos de HCH, el Gobierno
Vasco diseñó una estrategia de acción que, entre otras acciones incluyó la construcción de tres
infraestructuras pioneras en la gestión de este tipo de residuos:
Una planta de HCH (desmantelada una vez que cumplió su objetivo)
Dos celdas de seguridad ubicadas en los municipios de Barakaldo y Loiu.
En el año 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus
siglas en inglés), que depende de la OMS; Organización Mundial de la Salud, clasificó el lindano
como un agente cancerígeno.

Entre los diversos recursos naturales de los que dependemos, el suelo es probablemente,
junto con el agua y el aire, nuestro recurso más preciado ya que nos suministra servicios de
excepcional trascendencia. Así, lejos de ser un mero soporte físico, el suelo se constituye en sí
mismo como una fuente de recursos y servicios indispensables para el ser humano y los
ecosistemas.
En las últimas décadas, nuestra sociedad ha sido testigo de una progresiva y preocupante
degradación de nuestros ecosistemas, con la consiguiente alteración de los principales ciclos
biogeoquímicos en los que se apoya el funcionamiento de la biosfera. Una variedad de
actividades humanas ha contribuido a este escenario, incluyendo, entre otras, la quema de
combustibles fósiles, la emisión de contaminantes, el consumo insostenible de materias
primas y la sobreexplotación de recursos naturales.

Como consecuencia, la prestación de servicios ecosistémicos clave está actualmente
comprometida, con resultados potencialmente catastróficos para nuestra sociedad.
Sorprendentemente, la protección del recurso edáfico, cuya salud está inextricablemente
ligada a la supervivencia de nuestra especie, ha sido a menudo ignorada. En este sentido, cabe
reseñar que históricamente, como consecuencia de la magnitud de la problemática en muchos
países, especialmente los más industrializados desarrollados, se ha prestado atención casi
exclusiva a la contaminación de suelo.

Dado que este fenómeno representa una amenaza grave para la salud humana y de los
ecosistemas, no es extraño que se hayan invertido recursos importantes en la remediación de
los suelos contaminados.
Sin embargo, más allá de la contaminación, existen otras amenazas a la integridad funcional
del ecosistema edáfico entre las que se encuentran la erosión, el sellado, la salinización, la
compactación, la pérdida de materia orgánica y biodiversidad o los deslizamientos de tierra
que no deben olvidarse cuando el objetivo es la protección integral del recurso. Una estrategia
global de protección del suelo debe considerar todas y cada una de las amenazas que están
afectando de forma negativa a la salud de nuestros suelos y, en consecuencia, a la capacidad
para desarrollar sus funciones.
El suelo es un recurso natural no renovable con un ritmo de regeneración muy inferior a las
tasas de extracción o explotación de los bienes y servicios que proporciona. Por ello,
únicamente una gestión sostenible puede conducir al mantenimiento de sus funciones a largo
plazo.

En Geotecnia Alperi S.L. , además de los estudios geotécnicos y geológicos ,que realizamos principalmente en Bizkaia, Asturias y Cantabria ; nos interesan las diferentes disciplinas que están relacionadas con la historia y el estudio de la Tierra y el nuestro propio.

Fuentes documentales:
https://www.ihobe.eus/suelos

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