Los terremotos

Una madrugada de octubre de 1899, una brusca sacudida despertó a los habitantes de la
localidad zamorana de Puebla de Sanabria. Eran los efectos de un sismo del que solo se pudo
registrar los daños causados. Con una intensidad V en la escala de Mercalli, aquel terremoto
fue uno de los más fuertes sentidos en todo el noroeste peninsular. Pero ¿cómo se explica un
terremoto ocurrido a cientos de kilómetros del borde activo de las placas tectónicas?
Como si se tratase de una alfombra a la que golpeamos desde un lateral, las fuerzas que se
producen en los bordes de placas tectónicas se transmiten hacia el interior. Ello genera una
acumulación de tensiones en la corteza terrestre, las cuales pueden liberarse bruscamente
cuando se supera la resistencia de la roca. Ese proceso inicia pequeñas grietas que, tras
ampliarse lo suficiente, romperán formando una fractura y, finalmente, desencadenarán un
terremoto.

Sin embargo, no está del todo claro por qué varía la profundidad de estos fenómenos, lo que
los geólogos denominan el hipocentro. En un trabajo reciente, un equipo de investigadores de
las universidades de León, Complutense y Rey Juan Carlos de Madrid han analizado, por medio
de un modelo analógico, las causas de estos cambios en el noroeste peninsular. Los resultados
apuntan a que esas variaciones en profundidad tendrían su origen en la circulación de fluidos
hidrotermales. Un hallazgo que, además de su importancia en términos estrictamente
geológicos, reviste importantes implicaciones para entender la génesis y la distribución de los
yacimientos mineros de la región.

Para estudiar estos terremotos, se elaboró una réplica a escala del noroeste peninsular, que
consta de capas superpuestas formadas por arena coloreada y silicona. Por su tendencia dúctil
y más viscosa, la silicona presenta unas características semejantes a las de la corteza inferior
terrestre, la cual se deforma lentamente cuando se aplica una fuerza. Por su parte, la arena de
cuarzo y feldespato, procedente de las costas del mar del Norte, se comporta de forma
parecida a la corteza superior: frágil, absorbiendo las deformaciones y liberando rápidamente
las tensiones a través de las rupturas. Al ajustar adecuadamente determinadas variables (como
la compensación de fuerzas que actúan sobre el modelo, la magnitud de las deformaciones
que experimenta y las propiedades físicas de los materiales que se someten a deformación), es
posible asegurar su semejanza con el análogo natural.

Para entender el funcionamiento de las fracturas, el modelo fue deformado desde lados
opuestos. Con ello se simularon las dos fases tectónicas que han contribuido a la formación del
relieve actual de la península ibérica durante el llamado ciclo orogénico alpino, responsable de
la formación de las altas cumbres de los Pirineos, la cordillera Cantábrica y las cordilleras
Bético-Rifeñas, entre otras. Además, se empleó una técnica conocida como velocimetría de
imagen de partículas, que, gracias a unos algoritmos matemáticos aplicados al
comportamiento de posos de café depositados sobre el modelo, permite medir las
deformaciones que se producen antes de que las fracturas sean observables en la superficie.

En Geotecnia Alperi S.L. , además de los estudios geotécnicos y geológicos ,que realizamos principalmente en Bizkaia, Asturias y Cantabria ; nos interesan las diferentes disciplinas que están relacionadas con la historia y el estudio de la Tierra y el nuestro propio.

Fuentes documentales:
https://www.investigacionyciencia.es/revistas/investigacion-y-ciencia/yin-yang-fractal-847/los-terremotos-fuente-de-minerales-en-el-noroeste-ibrico-20513

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